Golpe doble a la política colombiana: condena y tragedia
La condena de Álvaro Uribe y la muerte de Uribe Turbay golpean la política colombiana y reabren el debate sobre justicia y democracia.
Medellín, Colombia – 12 de agosto de 2025 – Redacción, Antioquia despierta
Colombia enfrenta una de las semanas más convulsas de los últimos años. La justicia ratificó la condena de Álvaro Uribe Vélez a 12 años de prisión domiciliaria por presunta manipulación de testigos y fraude procesal. El fallo, aunque definitivo en esta instancia, sigue siendo cuestionado por millones de ciudadanos que consideran que el expresidente es víctima de un proceso politizado.
Horas después, el país recibió otra noticia devastadora: el fallecimiento del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, quien murió tras 65 días en cuidados intensivos luego de un atentado durante un mitin en campaña.
Un doble golpe al panorama político
El Centro Democrático pierde en un mismo ciclo electoral a su máximo líder histórico y a su figura emergente más popular. Dirigentes como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra quedan ante el desafío de reorganizar un partido que enfrenta un escenario sin precedentes.
La muerte de Uribe Turbay —un político joven que proyectaba un discurso conciliador— agrava la sensación de vacío en un sector que hoy siente que se le arrebata la representación de millones de ciudadanos.
¿Justicia o persecución política?
Aunque el fallo contra Uribe proviene de un tribunal, sectores amplios del país sostienen que el proceso ha estado marcado por sesgos ideológicos y motivaciones políticas. Para ellos, no se trata solo del destino de un expresidente, sino de la forma en que la justicia puede usarse como herramienta para redefinir el equilibrio de poder en Colombia.
En contraste, defensores del fallo aseguran que este caso es una demostración de que en el país nadie está por encima de la ley, independientemente de su trayectoria política.
Un clima político que se endurece
Ambos hechos ocurren en un momento de fuerte polarización, donde la narrativa oficial del gobierno y sectores afines a la izquierda ha dominado el debate público. Críticos advierten que, lejos de buscar consensos, este ambiente amenaza con excluir voces que han sido determinantes en la defensa de la seguridad y la institucionalidad.
Colombia inicia un nuevo capítulo político marcado por la ausencia de figuras que han influido en la historia reciente. El reto será evitar que la justicia se perciba como un instrumento político y garantizar que las diferencias se diriman en el terreno democrático, no mediante condenas cuestionadas o la violencia política.
