Petro rompe con el ELN pero muestra doble moral ante el terrorismo
Bogotá, Colombia – El presidente Gustavo Petro sorprendió al país con un mensaje en su cuenta de X, donde anuncia que su gobierno rompe oficialmente el proceso de paz con el ELN, acusando al grupo armado de cometer masacres y traicionar los diálogos por ambición económica. Sin embargo, más allá del tono dramático del anuncio, el mensaje deja ver profundas contradicciones éticas y políticas del mandatario.
El discurso: acusaciones válidas, pero tardías
Petro responsabiliza al ELN de:
- Cometer crímenes de guerra contra campesinos en el Catatumbo.
- Atentar contra agentes de la Interpol.
- Utilizar la violencia para mantener el control de economías ilícitas.
Todas estas denuncias son graves, ciertas y ampliamente documentadas. Pero surge la pregunta evidente: ¿por qué el gobierno mantuvo el diálogo con esta organización durante tanto tiempo a pesar de estas prácticas? Petro ignoró durante meses las alertas de la inteligencia nacional y de las comunidades del norte de Santander. Solo hasta que el ELN atentó contra actores internacionales Interpol el presidente decide romper.
Petro doble rasero frente al terrorismo
Lo más preocupante del comunicado presidencial es su doble moral. Petro arremete contra el ELN por hacer parte de “multinacionales del crimen” y “romper la bandera revolucionaria”, pero no ha tomado decisiones contundentes frente a otras organizaciones criminales como las disidencias de las FARC o el Clan del Golfo, con quienes su gobierno también ha buscado “salidas negociadas”.
Mientras al ELN se le endilga el pecado de “codicia”, a otros actores armados Petro les ofrece salvoconductos, zonas de despeje y beneficios judiciales, incluso cuando están vinculados al narcotráfico.
El riesgo de personalizar la guerra
Petro cierra su mensaje con una especie de sermón ideológico, hablando del “padre Camilo Torres”, del “amor eficaz” y del “detritus del capitalismo mundial”. Esta narrativa espiritualizada y anacrónica desvía la atención de lo esencial: el fracaso de una política de paz que ha sido permisiva, improvisada y peligrosamente ideológica.
El presidente convierte un tema de seguridad nacional en una lucha moral personalizada, en lugar de asumir su responsabilidad como jefe de Estado de garantizar el orden, proteger a los ciudadanos y aplicar la ley sin concesiones emocionales.
Un gobierno debilitado por sus propias concesiones
En resumen, Petro intenta mostrarse como un líder firme frente al ELN, pero su mensaje evidencia todo lo contrario: debilidad, improvisación y contradicción. Su gobierno perdió el control del proceso de paz, se mostró complaciente con estructuras criminales y ahora, cuando el país está sumido en masacres, desplazamientos y terror en zonas rurales, reacciona tarde y con retórica ideológica.
El pueblo colombiano no necesita sermones revolucionarios ni frases poéticas sobre la “codicia”. Necesita orden, justicia, verdad y autoridad. Y, sobre todo, un presidente que gobierne con hechos, no con discursos incendiarios en redes sociales.